Gracias: al objetivo Canon de 200mm y 2.8 de apertura, a la forzada película Ildford HP 400, a su grano y estupenda definición, a la F1 por su gran estabilidad. Sin ustedes no hubiera sido posible conservar este mágico instante de 1984 en el magnífico auditorio del Teresa Carreño de Caracas.
Tras el ensayo, el maestro recoge la partitura de Edward Elgar y saluda con complaciente mirada al fotógrafo escondido en un oscuro rincón del escenario. Sin flashes ni artilugios, la sensibilidad de la película pudo recoger la apasible expresión de un artista comprometido con la Paz, con los Derechos Humanos, con la música...y con la vida.
Ah, sobre todo, gracias a Yehudi Menuhin por dedicarme una fracción de su vida. En alguna de sus fundaciones tendrá una copia de esta fotografía que él también quiso conservar. CANON F1 / 200mm 2.8 ILFORD120
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