Un Espacio llamado Tiempo
LIBRO 1ª edición - 200 páginas
Editado en Las Palmas de Gran CanariaLIBRO 1ª edición - 200 páginas
Agosto de 2016
AUTOR: Luis Amaya
Tiempo y espacio, dos pilares que sostienen ese concepto tan endeble al que llamamos ‘realidad’. En su adecuada gestión se encuentra la llave que abre la puerta de nuestra consciencia situacional. Estamos encadenados a unas coordenadas que se desplazan a través de tres dimensiones y que determinan nuestra posición; el tiempo se pone en marcha cada vez que variamos el punto de referencia. Desde los electrones que circundan el neutrón, hasta el sistema solar que gira alrededor de la Vía Láctea, toda masa debe su existencia a la armónica disposición de sus elementos.
Nuestro cuerpo no es una excepción, sino la mejor manifestación de esta Ley del equilibrio que lo abarca todo. El ser humano, más amigo de la razón que de la verdad, tiende a desnaturalizar los principios que rigen el universo, adaptándolos a su conveniencia. En su empeño por recuperar su posición dentro del mundo por él conocido recurre a la ciencia, a la religión o a la tradición.
Las Artes Marciales surgen de la necesidad de controlar y dominar el escenario donde estamos inmersos. Dos masas no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo: esta es la clave de todos los conflictos. Quien domina estos dos elementos, dominará el mundo, al menos, el suyo. ver libro
ZANSHIN. El presente se diluye ante el devenir, entre ser y dejar de ser. Nada está 'aquí' y 'ahora' porque no podemos detener este movimiento eterno al que llamamos tiempo. Hemos convertido el presente en un taller de reparaciones del pasado que condiciona el futuro.
La mente, afectada por el implacable tic-tac e incapaz de enfocar el instante, se prepara sin descanso para lo que aún no ha sido, esclavizando así nuestra capacidad de disfrutar de esa pequeña parcela donde realmente 'somos'. Ocupados en el irreal 'mañana', pasamos por alto el tangible 'yo soy'.
Como resultado de un Pasado Imperfecto, nos negamos a vivir en Presente Continuo, angustiados por un engañoso Futuro Condicional y condicionado. Si sólo pienso en el después perderé un ahora que pronto se convertirá en antes.
¿Complicado? Que va. Para eso está la sabiduría oriental que viene a nuestro auxilio con el ideograma 残心, que nos recuerda la necesidad de estar presentes y alertas ante lo engañoso e ilusorio. Zanshin nos invita a conjugar dos verbos: permanecer y vigilar para vivir de forma plena, a ser responsable de nuestro presente para evitar problemas futuros. Se trata de un estado de conciencia constante, de relajación en alerta indispensable, sobre todo, en las artes marciales, donde cualquier desatención puede ser fatal.
Vigilen y oren, decía Jesús en el Monte de los Olivos, y fue el último consejo que dio a sus discípulos antes del Calvario.
O monjes, sean vigilantes, sean vigilantes fueron las últimas palabras de Buda a sus discípulos.
ZANSHIN. El presente se diluye ante el devenir, entre ser y dejar de ser. Nada está 'aquí' y 'ahora' porque no podemos detener este movimiento eterno al que llamamos tiempo. Hemos convertido el presente en un taller de reparaciones del pasado que condiciona el futuro.
La mente, afectada por el implacable tic-tac e incapaz de enfocar el instante, se prepara sin descanso para lo que aún no ha sido, esclavizando así nuestra capacidad de disfrutar de esa pequeña parcela donde realmente 'somos'. Ocupados en el irreal 'mañana', pasamos por alto el tangible 'yo soy'.
Como resultado de un Pasado Imperfecto, nos negamos a vivir en Presente Continuo, angustiados por un engañoso Futuro Condicional y condicionado. Si sólo pienso en el después perderé un ahora que pronto se convertirá en antes.
¿Complicado? Que va. Para eso está la sabiduría oriental que viene a nuestro auxilio con el ideograma 残心, que nos recuerda la necesidad de estar presentes y alertas ante lo engañoso e ilusorio. Zanshin nos invita a conjugar dos verbos: permanecer y vigilar para vivir de forma plena, a ser responsable de nuestro presente para evitar problemas futuros. Se trata de un estado de conciencia constante, de relajación en alerta indispensable, sobre todo, en las artes marciales, donde cualquier desatención puede ser fatal.
Vigilen y oren, decía Jesús en el Monte de los Olivos, y fue el último consejo que dio a sus discípulos antes del Calvario.
O monjes, sean vigilantes, sean vigilantes fueron las últimas palabras de Buda a sus discípulos.
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