Historia de un cisma anunciado

CONCLAVE EN EL REINO DE PEDRO. Un cruce entre la vida de los tres últimos Papas con algunas de las profecías más relevantes nos puede ayudar a comprender sucesos que se nos antojan ‘extraños’ dentro de la estructurada sociedad del siglo XXI.
¿Me amas?, preguntó hasta tres veces al primero de sus apóstoles. Si señor, tu sabes que te amo, respondió entristecido ante tanta insistencia. Entonces “apacienta mis ovejas”, ordenó Jesús al humilde pescador de Betsaida. Y para facilitarle tan arduo trabajo pronunció una de las frases que más han influido en los últimos 2013 años de historia: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Un redundante juego de palabras entre el original arameo “Kefás” , el griego “πέτρος”  y su latinización “Petra” cuyo significado nos es otro que el que están pensando y no repito para evitar redundancias. Shimón bar Ioná, tal era su nombre real,  se convertiría así en  custodio de las llaves del reino y primera pieza de una cadena pontificia que ya une 265 eslabones. Sin embargo, no tardaría mucho Simón en traicionar al Hijo de Dios, negándolo tres veces antes del segundo canto del gallo. Una traición que hoy se nos antoja cercana  ante “los golpes contra la unidad de la Iglesia y las divisiones del cuerpo eclesial” denunciados por el ya expapa Benedicto XVI con sus continuas advertencias ante infiltraciones de Satanás dentro de la familia vaticana.
Algo debe tener la sucesión de Pedro para haber sobrevivido a más de 2000 años de intrigas donde la ambición ha superado con mucho el amor por Cristo, consiguiendo mantener el baluarte evangelizador señalado en su origen. Algo que le ha permitido también convertirse, a pesar de sus detractores, en piedra angular y referencia histórica-religiosa en un tiempo que astronómicamente coincide con el final del tránsito de Piscis, signo, por cierto, que adoptaron los primeros cristianos y que se hizo popular en el siglo II como expresión de fe.
DE PAPAS Y ESTRELLAS
Para comprender parte del leguaje profético les propongo un juego con una única ficha: la imaginación. Aquí va. Por algún evento cuántico aún desconocido usted viaja, física o energéticamente, hasta, digamos, el año 3.513, y al llegar se encuentra con una serie de hechos catastróficos. Consciente de que necesita ubicar en tiempo y espacio tales sucesos ¿De qué referencias se valdría para, de vuelta a 2.013, dejar a las siguientes generaciones un mensaje de advertencia de los peligros que le asecharán en el futuro? Seguro que buscará los pocos elementos comunes que hayan podido sobrevivir a mil años de desgaste histórico y geológico. Pocos, sin duda. ¿Algo inmutable, tal vez?. Los imperios, las ciudades o las fronteras nacen y se extinguen cíclicamente (con gloriosas excepciones), pero no así las dinastías religiosas que trascienden la temporalidad en busca de la vida eterna. O tal vez el cielo. Desde un fondo de estrellas aparentemente fijas y libres de influencia humanas, el cosmos se nos presenta como un gran reloj imperturbable donde astros y constelaciones conforman una gran esfera por donde se mueven de forma predecible, cual manecillas, cierto número de planetas y satélites de nuestro cisma solar. [+/-] Ver / Ocultar

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