LA TENSIÓN ES TODO AQUELLO QUE PENSAMOS QUE DEBERÍAMOS SER, LA RELAJACIÓN... ES LO QUE SOMOS ,
“Relajación” es uno de los términos más contradictorios de nuestro idioma si tomamos en cuenta su propiedad polisémica. En efecto, para la Real Academia de la Lengua si sugerimos a alguien que se relaje podemos estar invitándole a dejar sus músculos en completo abandono o por el contrario a que infrinja las normas de moralidad y buenas costumbres. Nuestro interlocutor podría entender también que esperamos que libere su mente de toda preocupación o que revele a alguien del voto, juramento u obligación al que le tenía sometido, aún más, siguiendo siempre la definición del DRAE, al relajamos podríamos dar a entender que estamos afectados por una hernia, o que hemos caído en un estado importante de desorden, falta de seriedad y barullo. Más allá de todas estas acepciones, sí existe un criterio general que relaciona relajación con una percepción agradable de sosiego tanto físico como mental.
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A pesar de la sensación grata que nos produce, esta palabra tan recurrente puede causar reacciones opuestas en nuestro ánimo y si no, observen como se exaspera aún más alguien al que, en un momento de nerviosismo, recomendamos relajarse de forma repetitiva. Lo cierto es que existen situaciones de hiperactividad, difíciles de contener, que necesitan ser exteriorizadas a través del desgaste físico antes de que nuestro cerebro vuelva a tomar el control. En este sentido, deporte y ejercicio son dos aliados indispensables. Para conseguir este estado de tranquilidad no valen órdenes, ni imposiciones, necesitamos la participación voluntaria. La mente, en definitiva, es quien dirige, de forma consciente o no.
Influencias culturales y actitudes sociales grabadas en la mente con la complicidad del tiempo han desvirtuado nuestro concepto genético de peligro, común a todas las especies. Con las necesidades primarias satisfechas, nos hemos convertido en víctimas del entorno, de una nueva percepción de la realidad encubierta tras el disfraz del bienestar impuesto, de la felicidad prometida: nuevo mal en la evolución al que no le hemos encontrado nuevo remedio. De ahí el pesado lastre que deriva en presión emocional y rigidez muscular como consecuencia del estrés no resuelto.
Tal y como aconsejaba Homero en labios de Cirse: A veces hay que cubrir los oídos con tapones de cera para evitar el hechizante y letal canto de sirenas. Y es aquí donde cobra importancia la relajación como forma de revertir el proceso: un tapón que aísle la situación estresante. A través de métodos encaminados a aliviar la tensión, la relajación consigue efectos físicos y mentales evidentes.
El estado normal del ser humano, cuando sus necesidades básicas están cubiertas, es el de relajación y en este sentido no tenemos más que observar a un bebé limpio y satisfecho en brazos de su madre. Sin embargo, en la misma medida que crecemos van aumentando las tensiones convirtiendo al estrés negativo en uno de los grandes males de nuestro siglo y a sus consecuencias en motivo de consulta habitual a médicos y psicólogos. No podemos olvidar que la hipertensión arterial está considerada como uno de los principales problemas de salud pública en países desarrollados afectando a cerca de mil millones de personas.
La OMS afirma que este mal provoca hoy cerca de siete millones de muertes cada año, cerca del 13% de las producidas en todo el mundo. Si las personas disminuyen su presión arterial, es menos probable que mueran o presenten ataques cardíacos o accidentes cerebro-vasculares. Aplicando métodos de relajación adecuados conseguiremos mejorar de forma importante la calidad de vida, equilibrando nuestro cuerpo, apaciguando nuestra mente y mejorando la relación con el entorno.
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